Me voy de Nepal…
Lugar al que hace unos meses no sabía que vendría, lugar que no me había llamado especialmente la atención, y sin embargo…
Dejar Nepal significa dejar a gente, miradas y sonrisas que continuarán en nuestra ausencia.
Pequeños corazones que irán creciendo, al igual que esos cuerpitos cuyo desarrollo nos perderemos.
Dejar Nepal implica despedirse de una gente con la que el contacto no será tan sencillo como el decir adiós a un amigo de Europa o de América.
Quizá llegarán las cartas con el tiempo, y los cortes de luz no impedirán una llamada telefónica. Pero se prevé un adiós, o al menos un largo hasta luego…
Seguramente mi hora de acostarme se retrasará, al igual que los amaneceres no los veré recién levantada, sino antes de dormir…
Conseguí ver los campos enverdecer pero no veré su cambio de nuevo a color tostado, ni me cruzaré cada mañana con los mismos estudiantes que, aun viéndonos a menudo, seguían comentando entre risas lo curioso que era ver a dos chicas como nosotras caminando entre tanto hombretón.
Los desayunos serán diferentes, no más malpas ni shells; al igual que todas las comidas y la manera de tomarlas. Volverán los cubiertos y las sillas, y rara será la vez que vea limpiar el suelo de barro con la mano tras llenarnos las pancitas…
No tendré que mirar el horario de cortes de luz, ni preparar la bomba de agua en los días que toca para asegurarme que al abrir el grifo saldrá ese líquido transparente.
Dejaré de escuchar nuestros nombres a cada paso, no escucharé el toc toc continuo de la puerta de esas vocecillas que desean ansiosas entrar en nuestra casa para, simplemente, estar… Para que hagamos unas máscaras, unos dibujos, cantemos o bailemos juntos, o poder ver ese “flim” de dibujos animados una y otra vez.
Con un clic me conectaré a Internet y no implicará el trayecto en un bus abarrotado de gente, en cuyo techo subiríamos para sentir el aire fresco de vuelta a casa…
No acudiremos a la escuela para luchar contra esos monstruitos vestidos de azul, que seguramente preguntarán por nosotras y no terminarán de entender lo lejos que queda España, al mirar un mapa donde difícilmente sabrán situar su país de origen.
El tiempo correrá diferente, y andando por las aceras acá inexistentes, me parecerá extraño no cruzarme con un ciclista, una moto o una gallina correteando junto a mí.
Me preguntaré dónde quedó la tranquilidad de cada día, el anti estrés y el entretenimiento de, sencillamente, sentarse a ver pasar a la gente mientras se toma un té.
Pero sonreiré recordando estos tres meses que, de un soplo, volaron.
Y que me quitaron un trocito de corazón que quedó aquí, en Panauti.
Y otro que se lleva consigo mi querida compañera de viaje…
viernes, 3 de abril de 2009
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No cuento más que fronteras
ResponderEliminarhacia cualquier dirección.
Mi estrella fue de tercera,
no mi sol.
Mi cuerpo reta mil leyes
para cambiar de lugar.
Mi sueño, rey entre reyes,
echa a andar.
Tengo un paraíso de fantasía,
sin embargo prescindo del mundo en que vivo.
Cada confín es un agravio a mi visión, mi verso, mi sangre.
Fronteras de tierra,
fronteras de mares,
fronteras de arena,
fronteras de aire.
Fronteras de sexo,
fronteras raciales,
fronteras de sueños
y de realidades.
Fronteras famosas,
fronteras quemantes,
fronteras de fastuosas,
fronteras de hambre.
Fronteras de oprobio,
fronteras legales,
fronteras de odio,
fronteras infames.
Mi país es pobre, mi piel mejunje,
mi gobierno proscrito, mis huestes utópicas.
Mi voz no cuenta en las campanas de información,
por no ser globable.
Fronteras de rejas
y de libertades,
fronteras de bienes
que a veces son males.
Lo mismo perpetuas
que provisionales,
me envuelven fronteras
por todas mis partes.
(De Silvio)
Que sepas recordar los trozos de corazón que dejes desperdigados por el mundo.
Un abrazo.