Lumbini, donde dormimos
en un pais tropicalll
la panda de nenes en el suelo de lumbini
El bus petadito
cEmpezamos el viaje el martes temprano, cuando los grandes recipientes con comida estuvieron listos y conseguimos meternos en el autobús. El bus era de 50 plazas, pero éramos más de 70 personas (más las cinco o seis a las que fuimos dejando en pueblos cercanos) así que, sin problemas de ilegalidades, algunos nos sentamos de tres en tres, pusimos unos bancos de la escuela en el pasillo y otros se quedaron de pie. Y listo! Así, doce horas hasta Lumbini, y vuelta.
Íbamos haciendo paradas de vez en cuando para ir al toilet o coger algo de agua. También paramos una vez a comer: en un momentito teníamos montado el campamento gitano y con las bombonas nos calentamos la comida.
El resto del viaje lo pasamos comiendo. Qué barbaridad, cómo comen los niños aquí! En España, nuestras madres nos meten en la mochila el bocata de mortadela o de tortilla (francesa, como recalcó Bren ;) y arreando. Aquí, no hace falta mucha ropa y petan sus bolsas con múltiples cosas: arroz inflado, palomitas (sin sal ni mantequilla, eh!), soya beans, noodles, frutos secos, galletas, mandarinas… nos pasamos el viaje zampando! Por supuesto, nos ofrecían continuamente y era difícil decir que no (lo que tuvo sus consecuencias en dolor de panza…).
Si en algún momento se gastaba la comida, don’t worry, en cualquier parada se arremolinaban diez tíos al bus y te vendían comida por las ventanas.
En una ocasión compró un profesor un racimo enorme de plátanos, una centena de mini plátanos muy dulces y muy ricos! Otro chaval, Manik, se agenció con otro racimo e hizo negocio en el bus vendiéndoselos al resto de chavales. Os podéis imaginar lo siguiente: guerra de pieles de plátano! Qué coloreado quedó todo el suelo tras decorarlo con plátano, naranja, frutos secos…
En el largo camino de curvas pudimos ver unos cañones muy chulos, por cuyo centro surcaba el río turquesa. Se veían rápidos y gente haciendo rafting. Como lleva ocurriendo en esta estación seca, el paisaje se veía algo difuminado por la neblina que acompaña y que está pidiendo a gritos algo de lluvia.
Lo que notamos fue un cambio en el paisaje, al llegar a la zona de Terai: la jungla! Mucho verde, árboles muy altos poblando colinas, plataneros, humedad en el ambiente, más agua y más limpieza y fresquito en el medio.
En un momento dado, paramos y Laxmi nos invitó a subirnos a la parte de arriba, que sabe que nos gusta :) Pero no es lo mismo venir de Banepa a Panauti en un ratito que la rasca que hacía la horita que pasamos allí!! A la vuelta volví a subir en otro trozo, con solete y brisa de puta madre, hasta que la policía nos mandó bajar…
El viaje fue un poco agónico, nos entreteníamos cantando canciones nepalíes (y alguna española pa darle vidilla y originalidad al repertorio –se medio saben el cumpleaños feliz, y ya les he remarcado la importancia del “¡bieeeeeeeeeeen!” :), los niños pidiendo fotos cada rato (“Ahora hazme una single!”), luego les tuve que enseñar el juego de ir poniéndole la mano en la cara a la gente, ese que es tan horrible jajajaj, y tras perdernos, llegamos a Lumbini, donde dormimos en el International Goutami Nun’s Temple. Nos dejaron un “flat” (oséase, el suelo) para todos, así que pasamos una noche bastante horrible con niños gritando hasta las tantas y desde las tantas, ronquidos y colchones finos como la seda…
Lumbini es el lugar de nacimiento de Lord Buddha, en el año 623 A.C, y visitamos el Templo de Maya Devi (su madre) donde está la Marker Stone, indicando el lugar exacto donde nació. También hay esculturas del nacimiento, el Holy Pond donde supuestamente Maya Devi se dio el último baño antes de dar a luz a su hijo, y el pilar de Asokan cuya inscripción demuestra la autenticidad del lugar (como está escrito, me lo creo… fácil!).
El tiempo no acompañaba y el colorido típico de los mantras budistas se veía ensombrado con tanta niebla. En uno de los templos un monje explicó la historia de Buddha pero nuestros conocimientos de nepalí quedan muy cortos para poder entenderlo, y no encontramos un buen traductor simultáneo…
Continuamos el viaje dirección Pokhara, y más tarde conocimos Palpa, lugar donde hacen parte de los típicos Topi que usan los hombres que superan los cuarenta años. Los mercadillos nos rodeaban, y muchos niños compraron colgantes de todos los colores: budistas, hinduistas y cristianos (algunos bien feos!) y un nene nos regaló unas estampitas de Buddha. Nos compramos un Topi (nada que ver con los antes mencionados) como el que podéis ver en las fotos, bien guapas íbamos!! Decoradas además con Tika (el punto rojo se pone tras rezar en uno de los múltiplos templos, y el tika negro en medio y los ojos nepalíes nos los pintaron las nenas), parecíamos casi casi nepalíes ;)
Pokhara nos recibió ya de noche, y tras dormir en una cama cada una (gran lujo! Casi todo el resto volvieron a compartir camas en comunidad), nos despertamos de nuevo con otro día gris. Un fallo este tiempo, andábamos con muchas ganas de ver los Himalayas y nuestro gozo en un pozo… Ese Annapurna que siempre me recuerda a Rodrigo, tendrá que esperarnos! Queremos volver a finales de febrero y a ver si el solete nos acompaña.
Dimos un paseíto en barca por el Lago Phewa, para cruzar hasta una isla y ver un templo. Visitamos las Devis’ Falls, cascadas también sedientas de las aguas veraniegas que tomaron su nombre cuando la señora Devis murió tras ser arrastrada por la corriente… Y ya enseguida nos tocaba volver de nuevo a Panauti. Los kilómetros aquí se hacen mucho más largos con las carreteras que tiene el país, así que hemos pasado demasiadas horas metidas en el bus! Andamos con ganitas de conocer el país con más calma…
Íbamos haciendo paradas de vez en cuando para ir al toilet o coger algo de agua. También paramos una vez a comer: en un momentito teníamos montado el campamento gitano y con las bombonas nos calentamos la comida.
El resto del viaje lo pasamos comiendo. Qué barbaridad, cómo comen los niños aquí! En España, nuestras madres nos meten en la mochila el bocata de mortadela o de tortilla (francesa, como recalcó Bren ;) y arreando. Aquí, no hace falta mucha ropa y petan sus bolsas con múltiples cosas: arroz inflado, palomitas (sin sal ni mantequilla, eh!), soya beans, noodles, frutos secos, galletas, mandarinas… nos pasamos el viaje zampando! Por supuesto, nos ofrecían continuamente y era difícil decir que no (lo que tuvo sus consecuencias en dolor de panza…).
Si en algún momento se gastaba la comida, don’t worry, en cualquier parada se arremolinaban diez tíos al bus y te vendían comida por las ventanas.
En una ocasión compró un profesor un racimo enorme de plátanos, una centena de mini plátanos muy dulces y muy ricos! Otro chaval, Manik, se agenció con otro racimo e hizo negocio en el bus vendiéndoselos al resto de chavales. Os podéis imaginar lo siguiente: guerra de pieles de plátano! Qué coloreado quedó todo el suelo tras decorarlo con plátano, naranja, frutos secos…
En el largo camino de curvas pudimos ver unos cañones muy chulos, por cuyo centro surcaba el río turquesa. Se veían rápidos y gente haciendo rafting. Como lleva ocurriendo en esta estación seca, el paisaje se veía algo difuminado por la neblina que acompaña y que está pidiendo a gritos algo de lluvia.
Lo que notamos fue un cambio en el paisaje, al llegar a la zona de Terai: la jungla! Mucho verde, árboles muy altos poblando colinas, plataneros, humedad en el ambiente, más agua y más limpieza y fresquito en el medio.
En un momento dado, paramos y Laxmi nos invitó a subirnos a la parte de arriba, que sabe que nos gusta :) Pero no es lo mismo venir de Banepa a Panauti en un ratito que la rasca que hacía la horita que pasamos allí!! A la vuelta volví a subir en otro trozo, con solete y brisa de puta madre, hasta que la policía nos mandó bajar…
El viaje fue un poco agónico, nos entreteníamos cantando canciones nepalíes (y alguna española pa darle vidilla y originalidad al repertorio –se medio saben el cumpleaños feliz, y ya les he remarcado la importancia del “¡bieeeeeeeeeeen!” :), los niños pidiendo fotos cada rato (“Ahora hazme una single!”), luego les tuve que enseñar el juego de ir poniéndole la mano en la cara a la gente, ese que es tan horrible jajajaj, y tras perdernos, llegamos a Lumbini, donde dormimos en el International Goutami Nun’s Temple. Nos dejaron un “flat” (oséase, el suelo) para todos, así que pasamos una noche bastante horrible con niños gritando hasta las tantas y desde las tantas, ronquidos y colchones finos como la seda…
Lumbini es el lugar de nacimiento de Lord Buddha, en el año 623 A.C, y visitamos el Templo de Maya Devi (su madre) donde está la Marker Stone, indicando el lugar exacto donde nació. También hay esculturas del nacimiento, el Holy Pond donde supuestamente Maya Devi se dio el último baño antes de dar a luz a su hijo, y el pilar de Asokan cuya inscripción demuestra la autenticidad del lugar (como está escrito, me lo creo… fácil!).
El tiempo no acompañaba y el colorido típico de los mantras budistas se veía ensombrado con tanta niebla. En uno de los templos un monje explicó la historia de Buddha pero nuestros conocimientos de nepalí quedan muy cortos para poder entenderlo, y no encontramos un buen traductor simultáneo…
Continuamos el viaje dirección Pokhara, y más tarde conocimos Palpa, lugar donde hacen parte de los típicos Topi que usan los hombres que superan los cuarenta años. Los mercadillos nos rodeaban, y muchos niños compraron colgantes de todos los colores: budistas, hinduistas y cristianos (algunos bien feos!) y un nene nos regaló unas estampitas de Buddha. Nos compramos un Topi (nada que ver con los antes mencionados) como el que podéis ver en las fotos, bien guapas íbamos!! Decoradas además con Tika (el punto rojo se pone tras rezar en uno de los múltiplos templos, y el tika negro en medio y los ojos nepalíes nos los pintaron las nenas), parecíamos casi casi nepalíes ;)
Pokhara nos recibió ya de noche, y tras dormir en una cama cada una (gran lujo! Casi todo el resto volvieron a compartir camas en comunidad), nos despertamos de nuevo con otro día gris. Un fallo este tiempo, andábamos con muchas ganas de ver los Himalayas y nuestro gozo en un pozo… Ese Annapurna que siempre me recuerda a Rodrigo, tendrá que esperarnos! Queremos volver a finales de febrero y a ver si el solete nos acompaña.
Dimos un paseíto en barca por el Lago Phewa, para cruzar hasta una isla y ver un templo. Visitamos las Devis’ Falls, cascadas también sedientas de las aguas veraniegas que tomaron su nombre cuando la señora Devis murió tras ser arrastrada por la corriente… Y ya enseguida nos tocaba volver de nuevo a Panauti. Los kilómetros aquí se hacen mucho más largos con las carreteras que tiene el país, así que hemos pasado demasiadas horas metidas en el bus! Andamos con ganitas de conocer el país con más calma…
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